Durante 5 años fui una mujer migrante, incluso en mi propio país; me sentía desarraigada, y necesitaba desesperadamente sentirme reconocida y validada. La soledad y tristeza me nublaban la capacidad para accionar, y aunque muchas veces sabia lo que debía hacer; el miedo y la desconfianza en mi no me permitían avanzar.

Vivir la vida con el corazón en un lugar y la mente en otro créeme que no es vivir.

Hice coaching, contrate mentores, busque ayuda, pero en realidad solo buscaba que validaran mi incapacidad, que sintieran mi dolor y me sobaran la espalda para seguir siendo la víctima, mientras jugaba a ser fuerte.

Hasta que un día después de sentir que lo había intentado todo y ya no había mas para mi que la resignación decidí hacer algo muy pequeño, comencé a escribir afirmaciones. Empece con una muy sencilla que la llevo grabada en el alma

“Creo en mi, mi poder y mi amor”

Una cosa llevo a la otra y un buen día me di cuenta que había pasado de despertarme desorientada, sin rumbo y si claridad a tener una serie de pasos a primera hora de la mañana que me daban la claridad perfecta para accionar; y lo mejor, sentir que con solo eso ya me había ganado el día entero, empece a sentirme exitosa, abundante, bendecida, volví a tener confianza en mi y esta vez era inquebrantable